Seguramente tenía alrededor de 10 años cuando, algo impaciente, esperaba que comenzaran los “dibujos animados” en la televisión de mi país. En aquella época solo existían dos canales, ambos públicos, por lo que no había muchas alternativas. Sin embargo, lo que sí teníamos (y esperábamos con ansias junto con mi hermano) eran los dibujos animados a las 4 de la tarde.
Me sentaba frente al televisor desde las 3 de la tarde, solo para esperar. Mientras pasaba la hora, noté que antes de los dibujos solían transmitir una especie de documentales. Llamaron mi atención porque mostraban un país lejano y aunque estaban doblados al español, aún se alcanzaba a escuchar el idioma original: uno que me sonaba bastante extraño.
Con el paso de los días, comencé a interesarme cada vez más en esos documentales. Mostraban distintas regiones de aquel país, donde todo parecía mejor que en el mío: calles limpias, orden y muchas industrias. Cada episodio se enfocaba en una industria diferente, en una región distinta.
Un día en particular, algo captó por completo mi atención: el documental trataba sobre la fabricación de automóviles. Mostraban una fábrica con lo que, en ese momento, era la más alta tecnología disponible. No entraré en muchos detalles, pero esto ocurrió hace varias décadas, y considerando que probablemente el documental ya tenía varios años cuando lo vi, era tecnología que hoy consideramos de hace más de medio siglo. Aun así, me dejó deslumbrado.
Desde que tengo memoria, me han encantado los autos. Tenía una gran colección de carritos de juguete y uno de mis juegos favoritos era organizarlos con precisión milimétrica en un parqueadero imaginario. Ahora que lo pienso, tal vez siempre tuve cierta obsesión con el orden, los carritos debían quedar perfectamente alineados.
Aunque tenía muchos autos de juguete, nunca me había preguntado cómo se fabricaban los autos reales. Verlo en ese documental me pareció extraordinario. Era un proceso meticuloso, secuencial y perfectamente organizado. Todo comenzaba con láminas y estructuras de acero, que se sumergían en pintura antes de pasar por distintas estaciones donde operarios instalaban componentes con máxima precisión. Finalmente, otro operario colocaba el emblema de la marca, lo cual se mostraba con orgullo en el programa, ya que se trataba de una de las fábricas más prestigiosas del mundo.
Ese país lejano de los documentales era Alemania. El idioma: alemán. La fábrica: BMW. Y si la memoria no me falla, se trataba de la planta de BMW en Dingolfing.
Hoy escribo estas líneas sentado en un banco de un parque en la zona de Wilmersdorf en Berlín, Alemania. He venido a hacer realidad un sueño que nació en mi infancia: conocer una planta de fabricación de autos de BMW. Específicamente, visitaré la planta de Leipzig.
Puede que mi sueño te parezca algo inusual o incluso poco relevante si estás leyendo esto desde Europa. Pero para un niño de un barrio de clase trabajadora en Bogotá, Colombia, era un sueño remoto, casi imposible.
Hoy quiero hablarte de la realidad y la ficción en el mundo del trading. Sí, gracias al trading estoy hoy en Alemania cumpliendo este sueño. Pero no todo lo que escuchas sobre el trading es cierto.
Trading real vs. ficción
En redes sociales el trading se muestra como una autopista rápida hacia la riqueza: pantallas con miles de dólares, Lamborghinis, relojes caros, vida sin horarios ni jefes. Pero esa visión, aunque seductora, está distorsionada. Es como ver el trofeo de Roland Garros sin mostrar los años de sudor, ampollas y derrotas que lo hacen posible.
El trading no es una apuesta. No es lotería. Es más parecido a entrenar para una maratón de alto nivel. Es estrategia, disciplina, control emocional y sobre todo, constancia.
Sí, gracias al trading puedes alcanzar tus metas. Yo estoy aquí como prueba de ello. Pero no fue por un golpe de suerte. Fue por construir una base sólida, por aprender con método, por equivocarme, corregir y seguir. Como en el deporte, el progreso es invisible al principio. No ves los resultados de inmediato. Pero con constancia, un día te das cuenta de que estás corriendo más rápido, más fuerte y más lejos.
¿Qué es real en el trading?
- La libertad de tiempo y ubicación: Sí, puedes operar desde donde quieras. Hoy lo hago desde Berlín, pero también lo he hecho desde un café en Bogotá o un Airbnb en Guadalajara.
- El crecimiento exponencial: A diferencia de muchos trabajos tradicionales, en el trading no cambias tiempo por dinero. Cuando aprendes a hacerlo bien, tus resultados pueden multiplicarse.
- El desarrollo personal: El trading te obliga a conocerte. A dominar tus emociones. A tomar decisiones bajo presión. A crecer mentalmente. Es como un gimnasio mental diario.
- El proceso de aprendizaje estructurado: Nada es improvisado. Necesitas aprender análisis técnico, gestión de riesgo, psicología del trading. No es diferente a prepararte para un torneo de tenis: hay fases, hay niveles, y hay que respetar el proceso.
¿Qué es ficción en el trading?
- Riqueza inmediata sin esfuerzo: Eso es marketing. Si te venden resultados sin proceso, te están vendiendo una ilusión.
- Copiar señales de otros traders sin entender nada: Eso no es trading. Es dependencia. Y, sinceramente, no me parece que sea el camino adecuado.
- Evitar el error o el riesgo: El riesgo existe. El error es parte del camino. Lo importante no es evitarlos, sino aprender a gestionarlos con la mayor precisión posible.
- “Ser tu propio jefe” en un mes: Es como pensar que vas a clasificar a un Ironman sin haber corrido ni un 5K. El trading es libertad, sí, pero esa libertad se construye con responsabilidad y método.
El punto de quiebre: lo que puede hacer la diferencia
Tú puedes lograrlo. No tienes que vivir atrapado en una rutina que no te llena, ni depender de un salario que apenas te alcanza. Pero necesitas ser honesto contigo mismo: ¿quieres una solución mágica o estás listo para un cambio real?
A veces, ese cambio empieza por decidirte a entrenar en serio. Como cuando te inscribes a un plan de entrenamiento personalizado porque quieres correr tu primera media maratón o mejorar tu estado físico en el gimnasio. Lo haces porque sabes que solo, vas a improvisar. Pero con guía, avanzas más rápido, más seguro y con mejores resultados.
La meta existe, pero hay que correr hacia ella
Si estás leyendo esto, es porque dentro de ti hay una voz que te dice que mereces más. Que puedes vivir una vida distinta. Que no estás hecho para ver pasar los días sin sentido, sin rumbo. Esa voz merece ser escuchada.
El trading puede ser ese vehículo que te lleve más lejos de lo que creías posible, como a mí me llevó desde un televisor en Bogotá hasta una fábrica de BMW en Alemania. Pero no te confundas: no es magia, es método.
Espero que este artículo te haya sido útil e interesante. Si quieres saber más sobre el mundo del trading y cómo puedo ayudarte a convertirte en un trader exitoso, te invito a unirte a mi blog, dejarme tus comentarios y a tomar mi mentoría personalizada. Estaré encantado de llevarte a ser rentable en el trading.
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