Hace poco, uno de mis estudiantes, llamémosle Andrés, me contó su historia después de una semana gloriosa en el mercado. Cinco días seguidos cerrando operaciones en positivo. Se sentía invencible. Me dijo: “John, sentía que no podía fallar.” Esa frase, por cierto, la he escuchado muchas veces, tanto en mis sesiones de mentoría como en la cancha de tenis. El momento en que te sientes imparable es, curiosamente, el instante más peligroso.
Andrés quiso “mantener el ritmo” y entró al mercado el lunes siguiente, sin mirar con atención. No había tendencia clara. Los gráficos eran un mar de dudas, pero su confianza estaba por las nubes. Resultado: cinco operaciones seguidas en pérdida. No porque no supiera operar, sino porque no supo esperar.
Esa experiencia me recordó una de mis primeras competencias de running. Una carrera de 10 kilómetros en la que salí con todo desde el inicio, ignorando mi propio plan. En el kilómetro cuatro, sentí una punzada fuertísima en mi rodilla derecha, por más que lo intenté no pude mantener el ritmo, terminé la carrera en un tiempo muy distante del que esperaba, viendo cómo me adelantaban quienes tuvieron la paciencia de esperar su momento, y lo peor, tuve una lesión de ligamento que me impidió correr de nuevo por más de 3 meses, y que aún hoy, en los días fríos o en jornadas de alto entrenamiento me causa dolor.
En el trading pasa igual: no siempre gana el que más se mueve, sino el que mejor elige cuándo moverse.
El mercado también descansa
Hay días en los que el mercado simplemente no tiene una dirección clara. Entrar a operar en ese tipo de días es como intentar forzar un golpe ganador en tenis cuando ni siquiera hay una buena bola para atacar.
Operar sin tendencia definida es jugar en terreno totalmente incierto. Las velas suben y bajan sin sentido, los indicadores se contradicen y la volatilidad parece que varía por simple capricho. Quien entra ahí no está haciendo trading, está peleando con la incertidumbre.
Y la incertidumbre no se vence con más operaciones, sino con disciplina y paciencia.
El enemigo invisible: la sobreconfianza
Después de una buena racha, la mente te juega una trampa sutil. Te convence de que “ya lo tienes”, descifraste el mercado, que tu intuición es suficiente, que tus resultados pasados son una señal de que todo lo que toques se convertirá en ganancia. Pero el mercado no tiene memoria. No le importa lo bien que te fue ayer.
Esa sobreconfianza es letal, ese exceso de confianza mata más carreras (y cuentas de trading) que los errores técnicos.
Por eso, antes de cada sesión, hay que hacer una pausa y revisar con humildad:
¿Hay una tendencia clara?
¿El mercado está mostrando dirección o está lateral?
¿Mis emociones están bajo control o vengo de una racha que me nubla la objetividad?
Si alguna de esas respuestas te deja dudas, la mejor decisión es no operar.
Aceptar no operar también es parte del plan
Muchos traders sienten culpa por no abrir posiciones. Piensan que si no están en el mercado, están perdiendo oportunidades. Pero operar sin claridad es como subirte a un carro sin mapa ni destino. No avanzar no siempre es malo. A veces, quedarse quieto es lo que te mantiene con vida.
En el deporte, los descansos son parte del entrenamiento. En el gimnasio, los músculos crecen cuando descansan, no cuando los sobreexplotas. En el trading, el crecimiento ocurre cuando aprendes a esperar con propósito.
Cada vez que te niegas a operar sin una tendencia clara, estás fortaleciendo tu mente, tu disciplina y tu control emocional. Estás entrenando para el verdadero juego: el de la consistencia.
La verdadera maestría
Ser un buen trader no se trata de ganar todos los días. Se trata de saber cuándo no operar. Los traders profesionales entienden que no operan para tener razón, sino para proteger su capital y operar solo cuando las probabilidades están a su favor.
Cuando ves el gráfico sin rumbo, recuerda: ese también es un mensaje del mercado. Te está diciendo “hoy no”. Y escucharlo, aceptarlo y tener la madurez de no actuar, es el signo de un verdadero profesional.
Conclusión: La paciencia también paga
Si alguna vez sientes que necesitas estar operando todos los días para sentirte productivo, recuerda a Andrés. Su mejor lección no vino de una ganancia, sino de una pérdida que lo obligó a detenerse, analizar y entender que el trading no es una carrera de velocidad, sino de resistencia.
Como trader, empresario y deportista, he aprendido que el éxito no lo construyen las decisiones impulsivas, sino las decisiones sabias. En el mercado, como en la vida, los que llegan lejos son los que saben cuándo acelerar y cuándo esperar.
Así que la próxima vez que abras tus gráficos y no veas dirección, no te frustres. Felicítate. Estás viendo con claridad. Estás madurando como trader.
Espero que este artículo te haya sido útil e interesante. Si quieres saber más sobre el mundo del trading y cómo puedo ayudarte a convertirte en un trader exitoso, te invito a unirte a mi blog, dejarme tus comentarios y a tomar mi mentoría personalizada. Estaré encantado de llevarte a ser rentable en el trading.
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