En el último artículo que publiqué, conté que hacer trading no significa estar pegado al gráfico todo el día. Eso despertó la curiosidad de varios seguidores que empezaron a preguntarme cómo es mi día a día, qué hago, si me levanto tarde, si me baño, si hago plegarias antes de operar, en fin, por todo esto hoy te voy a contar cómo el trading me cambió la rutina por completo.
En la universidad vi bastante estadística, aunque irónicamente no tengo un dato exacto. Pero si tuviera que estimar, diría que más del 80% de los traders que llegan a la mentoría me dicen lo mismo: “Me paso todo el día trabajando, no tengo vida y siento que el tiempo se me va sin lograr lo que realmente quiero”. ¿Te suena conocido?
A mí también me pasaba.
Cuando era gerente de una empresa de tecnología, vivía para trabajar. 12, 14, hasta 16 horas al día. Lunes a domingo. Correo tras correo, reuniones eternas, urgencias que parecían de vida o muerte, y la absurda sensación de que si me detenía un segundo, todo se iba a caer. No le deseo eso a nadie. Fue una situación tan extrema que derivó en estrés crónico, ansiedad y pérdida del sueño. Hoy me pregunto cómo logré sostener ese ritmo durante tanto tiempo.
Lo más irónico es que, cuando finalmente logré cambiar mi rutina gracias al trading, mi primer gran reto fue desacelerar. Sí, como lo oyes. Tenía tanto tiempo libre que me sentía culpable por no estar “haciendo algo productivo”. Es gracioso ahora, pero en su momento… ¡me costó un montón entender que vivir también es producir!
De traje y estrés, a shorts y libertad (el antes y el después de mi rutina)
Antes: despertador a las 5:00 a.m., revisar emails mientras me lavaba los dientes, desayuno a medias, tráfico, oficina, reuniones eternas, comida frente al computador, más correos, más llamadas, cenas rápidas o reuniones nocturnas… y repetir.
Ahora: me levanto temprano (sí, aún me gusta comenzar el día con intención), pero no hay correos urgentes ni llamadas que interrumpan mis primeras horas del día, las que dedico a la lectura, la reflexión y el mindfulness. Reviso los mercados, analizo oportunidades, ejecuto mis planes y en no más de 2-3 horas estoy listo. El resto del día lo uso para lo que más me importa: compartir con mi familia, escribir, leer, hacer mentorías, ir al gimnasio, jugar tenis, correr, tomar un café en buena compañía, en fin… ¡vivo!.
El trading me dio la posibilidad de diseñar mi día. Pero eso no significa que fue fácil ni inmediato. Es como pasar de correr una maratón en cemento a caminar descalzo por la playa: tu cuerpo (y tu cabeza) se resisten al principio. Te “duele” lo nuevo. Y te da miedo que eso cómodo no sea real. Pero lo es.
El síndrome del “tengo que hacer más” (y cómo lo superé)
Cuando dejé el ritmo de empresa y empecé a operar como trader independiente, me enfrenté a una emoción que no esperaba: ansiedad por no estar ocupado.
¿Te ha pasado? Sentarte frente a la pantalla, analizar el mercado, ejecutar tu plan, cerrar todo… ¿y luego qué? Tenía todo el día por delante y sentía que debía llenarlo de tareas para sentirme “útil”. Es como cuando en el gimnasio te dicen que solo hagas tres series y tú haces seis “por si acaso”. Totalmente innecesario, pero te da tranquilidad mental.
Tuve que reprogramarme. Aprender a confiar en el proceso, en mi estrategia, en mi gestión del riesgo. Aprender que “no hacer nada” también es parte del plan. Que el verdadero trabajo está en la disciplina de respetar el sistema. El buen trading se parece más al ajedrez que a un videojuego de acción.
Los beneficios: más allá del dinero
Hoy no cambio mi estilo de vida por nada. Claro que el dinero importa. Pero lo que realmente vale es la libertad que tengo. Puedo viajar cuando quiero, leer un libro entero sin interrupciones, entrenar como si fuera profesional, estar presente con mi familia y amigos, y ayudar a otros a hacer lo mismo a través de mis mentorías.
Esto no significa que el trading sea mágico. Requiere aprendizaje, práctica, y mucha paciencia. Pero cuando haces las cosas bien, los resultados van más allá del capital: ganas vida.
Y eso, créeme, no tiene precio.
¿Vale la pena? Sí. ¿Es para todos? No. ¿Puedes lograrlo tú? Sin duda.
El cambio de rutina fue como vivir una película de esas que te sacuden el alma, tipo En busca de la felicidad. Al principio todo parece confuso, hasta que entiendes que estás construyendo algo más grande: una vida con sentido.
Si tú también estás cansado de vivir “apagando fuegos”, de sentir que trabajas para vivir y no vives para crecer, quizá sea momento de tomar otro camino. El trading no es fácil, pero tampoco imposible. Y si estás leyendo esto, ya diste el primer paso: buscar una alternativa.
Mi mentoría en trading no es una varita mágica, pero sí es una guía sólida, estructurada, y realista para ayudarte a conseguir lo que muchos creen inalcanzable: tiempo, libertad, y claridad mental.
No dejes que el miedo o la duda te paralicen. Ya pasaste demasiado tiempo sin disfrutar lo que te mereces. Si te sientes listo para tomar las riendas y diseñar tu propio estilo de vida, estoy aquí para acompañarte.
Espero que este artículo te haya sido útil e interesante. Si quieres saber más sobre el mundo del trading y cómo puedo ayudarte a convertirte en un trader exitoso, te invito a unirte a mi blog, dejarme tus comentarios y a tomar mi mentoría personalizada. Estaré encantado de llevarte a ser rentable en el trading.
“Eres el proyecto más maravilloso en el que vas a trabajar nunca”, no dejes que el miedo te limite. 👍🏼